La institución del ministerio de acólito y lector dirigido a los fieles laicos tras la reforma de la Ministeria Quaedam y sus normas para la Iglesia en Brasil.

Resumen

El redescubrimiento de la vocación laical fue uno de los grandes triunfos del Concilio Vaticano II, de modo que se reconoció su participación en toda la misión de la Iglesia. Esto es muy evidente en lo que el concilio llamó la
“índole secular”, es decir, la santificación y ordenación de las cosas del mundo a Dios. Sin embargo, también se reconoció que en los servicios ad intra los laicos pueden colaborar con los ministros ordenados, como se manifiesta esta colaboración mutua y la ministerialidad de la Iglesia en
su conjunto. En las regiones donde faltan sacerdotes,
esto es aún más importante. De esa manera, la Iglesia
propone el establecimiento estable de los ministerios
de lector y acólito. Por eso, y tomando en consideración
tanto el magisterio pontificio como la norma y doctrina
canónicas (de la Ministeria Quaedam y de las reglas
para Brasil), el artículo intenta analizar el carácter
ministerial de los laicos, dando especificidad a estos
dos ministerios, ya que son una posibilidad de poner
en práctica lo solicitado por la Asamblea Especial del
Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica:
en lugar de una “pastoral de visita”, una “pastoral de
presencia”.