Silencio y animalidad

Entre la experiencia interior y la poética del horror

Resumen

Este artículo busca reflexionar sobre la relevancia de la animalidad en las poéticas que valoran la alteridad, el silencio y la escritura. Separada de las tradiciones románticas y metafísicas, que insisten en el biologismo, la animalidad también permite una reconsideración del régimen de las emociones, especialmente las negativas, en su relación con lo social. Las consideraciones teóricas de Georges Bataille, Jacques Derrida y Giorgio Agamben constituyen las principales aproximaciones a la discusión de la animalidad en sus aspectos relevantes e irreductibles. Lejos de ser un tema, una metáfora o un polo de alteridad negativa en la definición de lo humano, la animalidad – especialmente en las configuraciones discursivas que valoran la metonímia – enfatiza la importancia de la relación con el otro. En algunos casos de poética posmoderna, por ejemplo en los textos de Cormac McCarthy, la articulación de la animalidad puede subrayar la complejidad de la formación de heterotopías y el protagonismo de los antihéroes. Pues al abrir al ser humano al secreto del lenguaje y del dolor, la animalidad es para los poetas de diferentes orígenes culturales el enigma necesario para la capacidad de representación más allá de la investigación lírica y melancólica del yo. La producción o descubrimiento del conocimiento, de hecho, forma parte de la experiencia estética abierta a los diferentes sentidos, que busca el efecto del texto más allá del carácter violento y demoledor del impacto perceptivo vanguardista. El papel de los silencios, los vacíos y los espaciamientos implica una postura especulativa del lector que aleja y pone en juego las representaciones y su relación con el imaginario y la realidad.